Alyssa Zebrasky pasó de tener la cara llena de tatuajes… a cansarse de ellos e intentar quitárselos todos. Lleva tres años recibiendo tratamientos láser en la cara y, como podréis comprobar, va poco a poco… pero por buen camino.
Ella actualmente tiene 31 años, pero hace unos cuantos, cuando pasaba por una etapa muy complicada de su vida, cayó en una relación muy tóxica que la llevó, entre otras cosas, a tatuarse de la forma en que podréis ver a continuación: su rostro estaba completamente lleno de tatuajes que, en su conjunto, simulaban a una especie de catrina mexicana.
Un pasado tóxico y sus secuelas
«Un dÃa estaba teniendo una conversación con mi exnovio y me dijo ‘deberÃas tatuarte la cara'», recordó la joven en una reciente entrevista en la que habló de la dependencia emocional que tenÃa con su pareja de ese momento. «Él escogió el diseño del tatuaje. Era una catrina del DÃa de los Muertos, que cubre toda mi cara. Supongo que querÃa que coincidiéramos», reveló la joven.
Aquella relación duró apenas seis meses, pero en ese tiempo su autoestima cayó hasta lo más profundo y, de paso, acabó detenida junto al que ahora es su expareja. Y fueron las fotos de esa detención las que se filtraron y acabando viralizando su cara: «Fui vilipendiada en las redes sociales, todos decÃan cosas realmente malas sobre mà y ni siquiera tuve la oportunidad de dar mi versión de la historia».
Ella salió de la cárcel rehabilitada, se internó en un centro de desintoxicación de drogas y empezó a retomar su vida… pero habÃa algo que no le permitÃa pasar página: cada vez que se miraba al espejo, veÃa los tatuajes que la mantenÃan anclada a su pasado.
«Mirando esas fotos, me siento decepcionada de mà misma», comentó Alyssa respecto a esa imagen de su pasado. Y fue por eso que decidió someterse a un largo tratamiento para retirarse los tatuajes.
Alyssa y su nueva vida
«Me siento orgullosa porque el cambio, la curación y el aprendizaje son posibles. Me gusta poder mirar hacia atrás y ver mi crecimiento personal», asegura la mujer, que ahora se encuentra en una etapa personal y emocional mucho mejor.
Asà pues, en 2019, decidió pasar por la clÃnica estética: «Cuando comencé a ir, me hicieron las mejillas, la frente y las manos porque, como se trata de un tatuaje, tu cuerpo solo puede curar una parte cada vez. Cada sesión es de 20 minutos, mucho más rápida que un tatuaje en sÃ. El dolor inicial del láser lo relacionarÃa con tener una banda elástica golpeando contra la piel. Asà es cómo se siente y luego duele durante 30 minutos», detalla la joven.
Aquà podéis ver el resultado actual tras su proceso de 3 años:
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Fuente: Mundo Deportivo.