La viral historia de una mujer que perdió 60 kilos siguiendo un curioso método

Catherine Mirimanova, a mediados de los 2000, estaba muy preocupada con su cuerpo. Ya no se trataba solo de su aspecto, sino también de un tema de salud, ya que cada vez tenía un mayor número de dolencias relacionadas con su peso. En ese momento, se dio cuenta de que debía hacer algo.

Un detalle clave para entender su situación es que, por aquel entonces, Catherine se encontraba en un momento de lo más delicado: había perdido a un familiar muy cercano, había vivido una dura ruptura y el dinero no brillaba por su abundancia… ante esta situación, la comida se convirtió en una escapatoria.

Un punto de partida complicado

Una vez superada esa etapa, conoció a otra persona y tuvo que someterse a un tratamiento hormonal para poder quedarse embarazada. Ese embarazo, además, fue de riesgo por el delicado estado de salud en el que se encontraba. Toda esta concatenación de situaciones provocó que Catherine subiese mucho de peso.

Cuando por fin dio a luz, ella ya pesaba 118 kilos. El bebé nació sano por suerte para ella, pero su salud, en ese punto, ya estaba muy tocada. Midiendo solo 1.75 pesaba más de 120 kilos y todas sus analíticas estaban disparadas por las nubes.

En 2005, harta ya de esa situación, decidió dar un cambio radical a su vida: tenía que cuidarse por ella, pero también por su bebé ya que, si a ella le pasaba algo, ¿quién lo cuidaría a él?

Una de las cosas que sí tuvo claras es que no haría dieta: sabía que, si pasaba mucha hambre, no llegaría muy lejos con su propósito de adelgazar. A partir de ese momento, su filosofía con la comida cambió por completo.

Contención pero no restricción

Si había que celebrar un cumpleaños, ella se comería su porción de tarta. Y ya. Nada de atracones. De la misma forma, cambiaría paulatinamente la comida chatarra por comida más sana y moderaría la cantidad de ingesta. Nada de restringirse de vez en cuando un capricho, aunque sí dosificándolos para que no fuesen diarios.

Dejó los fritos, los refrescos azucarados y la bollería industrial. Si se quedaba con un poco de hambre, no repetía plato y, pasadas unas horas, se comía algún snack saludable. Pero, según su testimonio, no llegó a pasar hambre un solo día.

Recogiendo los frutos de su esfuerzo

todo esto dio como resultado que, en apenas 5 meses de llevar esta rutina más ‘saludable’, ya había perdido cerca de 40 kilos. Eso sí, a partir de ese momento, sufrió (como suele pasar en estos casos) una ralentización de la pérdida. Pero ya estaba perfectamente encaminada hacia su objetivo.

En julio de 2005 ya pesaba 80 kilos y no solo se sentía mejor con su físico, sino también anímicamente. Se sentía con más fuerzas y ganas de afrontar la vida, por lo que el cambio no había sido solo físico, sino también mental. Era una persona nueva.

Un año y medio después de iniciar su cambio, en septiembre de 2006, ya pesaba 62,5 kilos, casi la mitad de lo que pesaba cuando inició su cambio. Dos años después, en marzo de 2007, ya había llegado a los 60 kilos y parecía (y de hecho, en gran medida, era) una persona completamente diferente.

Otra de las ventajas de perder peso de forma tan paulatina fue que, con ello, consiguió minimizar el tema de las estrías en la piel, muy comunes en todo el mundo, pero especialmente pronunciadas en las personas que pierden mucho peso de forma drástica.

A vosotros, ¿qué os ha parecido esta historia?

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Fuente: Rolloid.

Por último, esperamos que este erizo te alegre el día: