Un estudio revela de qué están hechos realmente los kebabs… y pone los pelos de punta

A todos nos gusta darnos un capricho gastronómico de vez en cuando. Hay quienes prefieren pedirse una pizza con doble queso y doble pepperoni, otros prefieren una hamburguesa doble cheese bacon y otros optan por un kebab mixto lleno de salsas y algún que otro vegetal (por aquello de disimular); la variedad de comida rápida a la hora de comer por la calle tras una noche de borrachera es casi infinita, pero hoy nos centraremos en el plato originario de Oriente Medio que tantas alegrías (y retortijones) nos ha dado.

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El kebab es uno de los platos callejeros más populares de nuestro país. Es relativamente sencillo de hacer, rápido de servir y se vende a un precio tremendamente accesible para todos los bolsillos. Bueno, todo eso y que es una absoluta delicia (máscaras fuera).

Es una comida muy popular entre todos nosotros… pero también hay mucha polémica a su alrededor, sobre todo en lo que a salud y seguridad alimentaria se refiere.

Lo primero que debemos tener presente es que, cuando escuchemos a alguien decir que es un plato ‘muy calórico’, debemos mirarle a la cara, señalarle con el dedo a la cara y, con firmeza, decirle: «tienes razón». Y es que todos los estudios hechos alrededor de este plato señalan en la misma dirección: es una bomba de calorías. Según un estudio del Reino Unido, estas rondarían las 1.000 calorías por unidad. Una barbaridad.

¿Es carne de verdad?

Otro tema que suele salir a la palestra es si está hecho con carne de verdad y, en caso afirmativo, con qué tipo de carne. Aquí, la respuesta suele ser de lo más variada (aunque implica muchos gatos de por medio). Pero, ¿es esto verdad?

La mayoría de los establecimientos de kebab nos dan tres opciones a elegir: ternera, cordero o pollo… y, prepárate, porque según la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), tras realizar un estudio analizando los productos de más de 25 establecimientos de Madrid, esto no siempre es real.

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De la muestra recogida por el estudio, en 20 de los 25 kebabs que supuestamente eran de ternera había restos de pollo y, de entre estas muestras, en seis de ellas, la carne de ave superaba el 60% del total. Pero eso no era lo peor.

Según el informe de la OCU, en siete de los ejemplares había carne de caballo, mientras que en 13 de ellos había pavo. Eso sí, hacen hincapié en que era en proporciones muy pequeñas, cosa que, por lo visto, está dentro de la legalidad alimentaria de la Unión Europea. Y es que, de todos los kebabs analizados, solo uno era 100% de ternera.

En lo que se refiere a la calidad de dicha carne, la OCU tampoco fue demasiado optimista ya que, en prácticamente todos los kebabs, la carne tenía una calidad que, como mucho, era ‘aceptable’. En 9 de los 25, por ejemplo, encontraron que había una ‘gran cantidad’ de tendones y fibras que, de ninguna forma, comeríamos si no fuese porque están convertidos en una pasta.

Y el tema de las calorías…

Según el informe de la OCU, en caso de pedir un kebab con patatas fritas y un refresco (cosa nada descabellada cuando se ordena en estos establecimientos), estaríamos consumiendo tres cuartas partes de las calorías diarias que necesita un adulto.

Y es que este tipo de platos contiene una inmensa cantidad de grasas, hidratos y sal, cosa que va directamente a nuestras caderas y sangre para hacer de nuestra vida un lugar algo más corto.

La higiene, más que dudosa

Y es que, en 11 de las 25 muestras recogidas por la OCU, se detectaron enterobacterias coliformes en cantidades elevadas… o lo que es lo mismo: una serie de bacterias que podrían indicar presencia de contaminación fecal. ¿Se te ha quitado el hambre de golpe? A mí también.

A vosotros, ¿qué os ha parecido todo esto? ¿Os lo pensaréis dos veces antes de volver a pedir un kebab? 

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Fuente: Uppers.

Por último, esperamos que este erizo te alegre el día: