La forma en que una científica española habría demostrado que la «peor asesina en serie de la historia de Australia» es inocente

Kathleen Folbigg, conocida como «la peor asesina en serie femenina de Australia», fue condenada por asfixiar a sus cuatro hijos. La justicia dictaminó que ella, a medida que nacían, los iba matando. Todo esto ocurrió en un plazo de 10 años: cada vez que ella daba a luz a un bebé, este moría al poco tiempo. Le dictaminaron una pena de prisión de 30 años, de los cuales lleva cumplidos 18… y todo esto habría acabado aquí de no ser porque, ahora, muchas pruebas apuntan a que ella, en realidad, es inocente.

Hace apenas una semana, 90 científicos de renombre entregaron al gobernador de Nueva Gales del Sur una petición firmada en la que, esencialmente, pedían el perdón y la liberación inmediata de Folbigg. Según ellos, la evidencia científica estaría de parte de la madre.

La evidencia científica es clara

Pero es que los firmantes no son científicos ‘cualesquiera’: tenemos a dos premios Nobel, a dos personas que fueron nombradas «australianos del año» y a un expresidente de la Academia Australiana de Ciencias, el catedrático John Shine. «Dada la evidencia científica y médica que ahora existe en este caso, firmar esta petición fue lo correcto», expresó este último.

La revisión del caso ya se ha rechazado en anteriores ocasiones… y lo cierto es que siempre por motivos bastante ‘opacos’ (de confirmarse el ‘error’, estaríamos ante un escándalo histórico en Australia).

Hay que recordar que, en el año 2003, la condena a Folbigg se sostuvo, básicamente, en evidencia circunstancial, la menos fiable a la hora de determinar culpabilidad. De hecho, la ambigüedad de las notas del diario de la madre fueron una de las pruebas de mayor peso en el caso; la AMBIGÜEDAD de unas notas (por si no había quedado claro el despropósito). Los niños ni siquiera presentaron signos de asfixia.

Pero la ciencia, que tiene poco de circunstancial, ambiguo o especulativo, tiene una opinión contraria a todo esto.

Cosas que no cuadran y pruebas «ignoradas»

Fiona Stanley, investigadora de niños y salud pública, expresó también su preocupación con todo este asunto: «Es profundamente preocupante que se hayan ignorado las pruebas médicas y científicas, en favor de las pruebas circunstanciales».

Es aquí cuando entra en juego Carola Vinuesa, profesora de inmunología y medicina genómica en la Universidad Nacional de Australia, y su equipo, quienes dieron con un «gen mutante» en las hijas de Folbigg que podría explicar su fallecimiento repentino.

También se descubrió una mutación genética diferente en los dos niños, aunque en esos casos todavía se necesita más investigación. Pero, al menos con las dos niñas, la cosa parece bastante clara.

«Encontramos una mutación novedosa, nunca antes reportada en Sarah y Laura que había sido heredada de Kathleen», explicó la profesora Vinuesa en una entrevista a la BBC. «La variante estaba en un gen llamado CALM2 (que codifica la calmodulina). Las variantes de calmodulina pueden causar muerte cardíaca súbita», puntualizó.

Los descubrimientos de la doctora Vinuesa y su equipo son tan importantes, que en noviembre del año pasado, científicos de Australia, Dinamarca, Francia, Italia, Canadá y EE. UU. se hicieron eco de los mismos en la revista médica Europace, una de las más prestigiosas del mundo.

Las investigaciones fueron bastante concluyentes respecto a Folbigg, determinando que su mutación era, como mínimo, tan grave como las otras variantes conocidas de CALM. Todas estas, como demuestra la evidencia científica, acostumbran a causar paros cardíacos fulminantes, comúnmente conocidos como ‘muerte súbita’.

«Consideramos que la variante probablemente precipitó la muerte natural de las dos niñas», señala la carta escrita por los científicos y remitida al gobernador de Nueva Gales del Sur.

Antes de fallecer, ambas niñas habían presentado cuadros de infección en su organismo… y esto no haría más re reforzar la hipótesis de los científicos: «es posible que sus infecciones intercurrentes hayan desencadenado un evento arrítmico fatal».

En el caso de los dos niños, estos también portaban dos variantes muy raras del gen BSN. A pesar de que esta última variable todavía se está investigando, los científicos concuerdan en que todo apunta en una misma dirección: los niños murieron por causas naturales y Kathleen Folbigg llevaría casi dos décadas encerrada injustamente, acusada del asesinato de sus cuatro hijos. Algo verdaderamente terrible.

A vosotros, ¿qué os ha parecido toda esta historia? 

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Fuente: BBC.

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