Anoche, Peter y Danielle nos deleitaron con una cita de lo más interesante en First Dates. Danielle, venezolana de 34 años, llegó pisando fuerte definiéndose como «mocatriz«: «Soy modelo, cantante y actriz. Aparte presento eventos de belleza y soy bailarina», le explicaba a Sobera al llegar al restaurante del amor. «Soy multifacética, polifacética, multitasking, arrolladora. Con un derroche de carisma, talento y personalidad. ¿Qué más puedes pedir?«.
Danielle buscaba «a alguien a quien admirar» y «un hombre con poder pero que utilice el poder de forma correcta«. Ella misma confesó, en una sala aparte, que Sobera le parecÃa atractivo. Cambiando la dinámica del programa, Sobera le propuso que sustituyera a MatÃas y fuera ella quien recibiera a su cita.
Él, abierto al amor
Su cita era Peter, barcelonés de 43 años que trabajaba como psiquiatra y creÃa mucho en el amor. «Creo en la pareja de toda la vida, soy muy cariñoso y necesito tener a mi lado a alguien que tenga capacidad para comprometerse«, aseguraba.
Tras desvelar que la ‘camarera’ era realmente su cita, Danielle y Peter se dirigieron a la mesa a seguir conociéndose. «Soy abogada y estudié ciencias fiscales, pero mi sueño es artista. Soy mocatriz», le explicaba Danielle. A medida que iban conversando, se iban conociendo más y más a fondo. Peter parecÃa encantado: «Es una chica ambiciosa, que quiere ir a más y no se conforma«, decÃa.
Demasiado directo
Por su parte, Danielle veÃa que Peter cumplÃa con el perfil que buscaba: «Me gusta un hombre que esté chapado a la antigua, me gusta el cortejo a la antigua, que el hombre tome la iniciativa».
Danielle se consideraba «tradicional» y aseguraba que Latinoamérica veÃa a los europeos «más avanzados, más atrevidos en otras cosas«, y para comprobarlo se animó a preguntarle a Peter cuándo hablarÃa de sexo al estar conociendo a una persona. «Segunda cita, tercera«, respondió él. «Excesivamente lanzado«, dijo ella al instante. «En la segunda cita todavÃa no sé tu DNI», le soltó.
El momento del baile
Después de la cita, fueron al reservado donde bailaron (o intentaron) unos pasos de bachata en los que no hubo mucha conexión: «Peter no baila bachata, no baila ni los ojos», reconocÃa ella en una sala aparte.
Fue entonces cuando él, en una sala fuera del restaurante, confesó que tenÃa unos gustos muy exigentes en los que su cita no encajaba: «Tiene una parte muy exuberante, muchas curvas, es lo que me gusta, pero la cara… yo suelo fijarme en chicas un poquito más juveniles. Con la cara más fina«. Os podéis imaginar que, al final, cada uno se fue por su lado…
¿Qué te ha parecido esta cita? ¿Te esperabas que terminara as�
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Fuente: cuatro