La terrible historia del ‘Violador del chándal’ y su situación actual

Andrés Mayo Fernández (Benavente, 1968) es, sin ningún tipo de dudas, uno de los mayores monstruos que ha existido en nuestro país. Puede que por ese nombre no os suene demasiado, pero si os decimos que, hace un par de décadas era conocido como ‘el violador del chándal’, puede que los terribles recuerdos se desbloqueen en vuestra mente.

Este hombre era un un buen marino, un buen vecino y un buen padre de día, pero, por la noche, se enfundaba su chándal y dejaba libre al depredador sexual que llevaba dentro. A lo largo de toda su vida en libertad, este hombre abusó sexualmente de al menos 19 mujeres, pero el número exacto no se conoce con certeza.

Lo peor de todo es que Andrés Mayo no habría cometido muchos de esos crímenes si no hubiese sido por culpa de un fallo terrible en las autoridades penitenciarias que os contaremos a continuación.

Mayo cometió su primera violación en León cuando tenía 20 años. Aquella primera víctima abrió la puerta de entrada a 10 violaciones más, todas ellas entre octubre de 1989 y octubre de 1990; tan solo 12 meses.

Por aquel entonces fue detenido y juzgado. Le cayó una condena de 106 años de cárcel y, al menos en ese momento, la gente respiró tranquila sabiendo que este monstruo, en el mejor de los casos, no pisaría la calle nunca más (al menos, hasta que no fuese un peligro para la sociedad).

Pero es que apenas si habían pasado 12 años de condena cuando fue puesto en libertad. Solicitó su libertad condicional a la junta pertinente y esta, por lo que sea, determinó que ya había recibido el tratamiento necesario para comenzar su reinserción. Se equivocaron.

Vuelta a las andadas

En 2002 volvía a estar en la calle y no tardó en conocer a una joven de 20 años con la que pretendía casarse. El tema de la boda fue complicado, ya que la familia de la mujer y la propia iglesia tenían reticencias a aprobar la unión.

Siguieron junto y, en 2005, hicieron las maletas y se fueron a vivir a A Coruña. Ahí se instalaron y tuvieron dos hijos. Desde fuera, parecía que Mayo se había rehabilitado y que había empezado a llevar una vida normal. Pero nada más lejos de la realidad.

Cuando Andrés podía librarse de su familia y de su trabajo, volvía a enfundarse su chándal y salía a cometer violaciones. Actuaba, por lo general, de madrugada, entre las 12 y las 3 a.m., los fines de semana y las vísperas de festivo. ‘Cazaba’ a las mujeres que volvían solas a sus casas en zonas más o menos remotas… y actuaba. El perfil de su víctima siempre era el mismo: mujeres de entre 20 y 30 años.

Se sabe que, entre 2006 y 2007 abusó sexualmente, como mínimo, de 8 mujeres más. Sumadas a las 11 de las que ya había abusado a finales de los 80, el total ascendía a 19. Y eso solo de las que se han podido demostrar.

La policía no tuvo demasiadas complicaciones a la hora de detenerlo e identificarlo como el agresor. Él apenas si se defendió en el juicio más allá de decir que «su pasado lo perseguía» y que él «no era culpable de nada».

Las huellas encontradas en las escenas del crimen, según declaró Mayo, estaban puestas ahí por la propia policía y, respecto a las pruebas de ADN encontradas en las víctimas, aseguró que aquello era imposible. Cuando todas las víctimas lo identificaron, se limitó a asegurar que lo confundían con otra persona. Según Andrés, todo era un montaje del sistema policial para meterlo preso. Andrés cumple desde entonces 70 años más por aquellas violaciones.

A vosotros, ¿qué os ha parecido toda esta historia? 

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Fuente: La Voz de Galicia.

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