Tener una primera cita con alguien puede ser un momento bastante complicado. Quedamos en un ambiente íntimo con una persona que apenas conocemos y, por lo tanto, la posibilidad de cagarla es bastante alta. Los nervios, por lo tanto, suelen jugarnos malas pasadas y pueden empujarnos a hacer preguntas que, lejos de ayudarnos, pueden perjudicarnos. Hoy, analizaremos la que, probablemente, sea la más dañina de todas y veremos cuáles son las mejores opciones.
Para encontrar una solución a esto, acudiremos a la experta en citas Lauren Windle, autora del libro Notes on Love. Esta experta en el amor, recientemente, concedió una entrevista al The Sun en la que explicó cuáles son aquellas cosas que se deben evitar a toda costa en una primera cita si no queremos meter la pata hasta el fondo… y hay una pregunta que debemos evitar SÍ O SÍ: «¿Cuál es tu tipo (de hombre, mujer, etc)?».
Y es que ese tipo de preguntas, en general, pueden ser contraproducentes. Según Windle, cuando se formulan este tipo de cuestiones, es probable que la persona intente parecerse o emular al ideal que ha descrito a la hora de dar su respuesta, y ello puede torpedear enormemente la naturalidad y la fluidez de la cita.
Cuando alguien planta desde el principio unas expectativas, lo más probable es que intentemos amoldarnos a ello, aunque sea de forma inconsciente. Si nos dicen que le gustan las personas de una determinada forma, es probable que queramos convertirnos en esa persona, por más alejada que esté de nuestra personalidad. No hay nada como no tener expectativas demasiado altas.
Lo peor de todo es que, si las expectativas se enquistan en la relación, las personas pueden llegar a cambiar su personalidad, incluso su forma de vestir, para encajar en ellas. Y eso no es precisamente algo positivo.
La siguiente fase del problema llega con el tiempo, cuando se evidencia que no somos de esa forma y nuestra personalidad real empieza a abrirse paso. Hemos estado viviendo en una ficción y, ahora, toca enfrentarse a la realidad. Y es probable que ese choque sea catastrófico.
En este sentido, Windle recomienda presentarse cada uno como es. Suena típico, pero es la mejor de las opciones. Nuestros gustos son los que son, y si no encajan con los de la otra persona de entrada, es complicado que la cosa prospere en el tiempo. No siempre llueve a gusto de todo el mundo.
No podemos controlar todo lo que a uno le atrae de la otra persona, por lo que es mejor no intentarlo y dejar que, si hay coincidencias, se den de la forma más natural posible.
Eso sí, podemos mostrarnos seguros de nosotros mismos y no avergonzarnos de nuestros gustos. En ocasiones, una persona decidida y segura, con sus gustos claros, puede atraer más que otra que, de entrada, encaja más con los gustos de la otra persona. Pero bueno, que esto no es una ciencia exacta.
A vosotros, ¿qué os ha parecido todo esto? ¿Os habéis encontrado alguna vez en esta situación?
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Fuente: La Vanguardia.
Por último, esperamos que este erizo te alegre el día: