El hombre con menos tacto y más directo de First Dates compara a la mujer con un BMW

Pascual, de 40 años, visitaba el restaurante del amor de First Dates en busca de una media naranja que le acompañara en su cambio de vida. «Tengo una tienda de tattoos y piercings, ahora quiero hacer un cambio en mi vida y quiero tomarme un año o dos sabáticos, cerrar la tienda y hacer un cambio de estructura«, explicaba a Carlos Sobera al entrar. Él aficionado a las motos, buscaba «una mujer de su casa, niños, casa, los fines de semana para aquí para allá. Básicamente una vida tradicional, no quiero más».

Su cita iba a ser Silvia, una madrileña de 42 años que vive en Gandía a la que también le gustan las motos. Por un momento, podríamos pensar que encajaban… pero la realidad distaba bastante.

Incompatibilidades por doquier

Ya juzgándola de primeras, Pascual afirmaba que la veía «muy delgada y frágil«.  En la mesa, él se dejó el tabaco a un lado y ella comentó que le molestaba el olor. «Si para ella es tan importante el tabaco, que se busque otro», comentaba él en una sala aparte. «No dejo de fumar por nadie«, le decía a ella.

Y es que Silvia y Pascual eran claros polos opuestos: él se definía tradicional y ella era todo lo contrario. «Yo fui tradicional… Lo tenía todo y no era feliz. Ahora soy totalmente independiente«, le explicaba ella.

Esto, a Pascual, por alguna razón no le entraba en la cabeza y no se ha cortado ni un pelo en decírselo. «Pues ser independiente con pareja es un poco difícil». Incluso fue más allá añadiendo otros temas a la conversación. «Si tienes pareja es algo de dos, no dos y los que me interesen. La palabra independiente e independentista no son palabras que me gusten mucho. Toma, ahí te lo he dejado».

La importancia del espacio personal

Pascual no entendía por qué su pareja debía tener una intimidad. «Yo quiero seguir manteniendo mi independencia«, decía ella. «Lo que tú quieres es comer y picar«, respondía él. «Entonces ten un amigo con derecho«.

Ella, en una sala aparte, quiso ser muy clara con relación a este tema, ya que la independencia y la pareja no son cosas incompatibles (de hecho, es necesario tener un espacio personal). «Sí que se puede tener pareja y ser independiente. De hecho, hay que ser independiente en la vida».

La conversación se fue tornando y él volvió a mostrarse muy frontal, reconociendo ser «un facha«. «Soy tradicional. Soy lo que se puede considerar un facha. Me gustan las cosas como Dios manda«. Y es que, ante estas palabras, la interpretación de Silvia era muy clara: «Quiero una mujer de casa y que me lave los calzoncillos, eso es lo que me ha dado a entender«.

Falta del sentido del tacto

Si otra cosa demostró Pascual a lo largo de la cita era que no tenía filtros ni tacto alguno. «Yo para mí estás demasiado seca. Lo que pienso lo digo. Pareces de porcelana, igual te cogen y te rompen«, le decía. «No me gusta una mujer frágil. Me gusta una mujer un poco más recia«. Para ver y no creer.

Por si todo eso no fuera suficiente, aún faltaba una lamentable ‘bomba’ final. «Deporte durante la semana. En casa como si va en pijama o moñito. Eso sí, cuando salimos, los taconazos… Que se la miren. Si te compras un BMW es para que te lo vean y la gente diga ‘pedazo de coche tienes‘», decía Pascual, comparando a una mujer con un coche. Lo que faltaba.

Polos opuestos que no se atraen

Ella fue educada en todo momento y mostró su total desacuerdo con las ‘reflexiones’ de Pascual. «Jamás compararía a un hombre con un coche. Eso me ha parecido un poco humillante. Él lo que quiere es una mujer sumisa a su lado«, decía ella sin creerse lo que acababa de escuchar.

Seguidamente, Matías invitaba a los comensales a bailar al ritmo de la música del restaurante. Silvia se animó al momento, pero Pascual se negó a levantarse, lo que generó un momento bastante incómodo. «Yo soy de barra y relacionarme con la gente. Mi cuerpo no está hecho para bailar».

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Fuente: cuatro

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