El origen de algunas de las expresiones que usamos en el día a día

Hoy repasaremos el origen de algunas de las expresiones que utilizamos en nuestro día a día y que, por lo general, ni nos planteamos de dónde salen. Ya veréis que, en la mayoría de casos, provienen de ‘rincones’ completamente insospechados.

Salvarse por los pelos

Hace muchos siglos, en la época dorada de los barcos, era habitual que una gran parte de la tripulación no supiese nadar. Cuando alguien caía al agua y no podía nadar hasta la embarcación, una de las medidas de precaución era llevar el pelo largo para que pudiesen cogerte por la melena y subirte al barco de un tirón. Así de salvaje.

A palo seco

Esta expresión nace porque, cuando se iba en un barco y había una tormenta muy fuerte, era necesario plegar las velas, dejando el mástil (el palo), completamente descubierto (seco).

A voleo

Esta expresión nace del ‘voleado’ que se hace con las semillas para desperdigarlas por el campo. Se tiran por todo el terreno, sin tener en cuenta dónde caen, y se espera a que broten. De ahí a que implica hacer las cosas ‘sin un criterio fijo’, a como salga.

De chiripa

Se trata de una jugada de billar consistente en una carambola en la que el lanzador sale beneficiado. Se cree que podría ser una derivación de la palabra serendipia, pero no se sabe con certeza.

 

No hay tu tía

Esta expresión se utiliza para decir que algo no es posible, pero nace de una confesión: la atutía (del árabe tutíyya) era el hollín de óxido de cinc con el que se elaboraban una gran variedad de ungüentos medicinales enfocados al tratamiento de diversas dolencias. Si no había atutía, no había posibilidad de curar.

Ponerse al tajo

Tajo, esencialmente, viene a ser un sinónimo de la palabra trabajo. Antiguamente, muchos trabajos se basaban en cortar, picar, podar, etc. y no se trabajaba en un horario, sino que se tenía que llegar a un determinado objetivo. En caso de la siembra, por ejemplo, se solía marcar en el terreno un tajo hasta el cual el trabajador tenía que llegar antes de marcharse.

Arrimar el hombro

El origen de esta expresión radica en el campo ya que, cuando varios trabajadores se ayudaban entre sí para sembrar, se encorvaban mucho en las hileras o surcos y podían llegar a tener los hombros muy cerca. Así de ‘sencillo’.

 

Aburrirse como una ostra

Esta expresión nace a raíz de un castigo que se impartía en la Antigua, conocido como ostracismo y que consistía en ser desterrado de una población por un periodo determinado de tiempo. El nombre de la persona desterrada se escribía en una especie de concha de cerámica llamada ostrakon en griego. Además, la persona que sufría dicho destierro, por lo general, se aburría mucho al estar empujado a una vida solitaria hasta el final del destierro.

A vosotros, ¿qué os han parecido los orígenes de estas expresiones? 

Si os ha gustado este artículo recordad que, más abajo, podéis disfrutar de otros que, con casi total seguridad, os resultarán igualmente entretenidos… o eso esperamos, porque la verdad es que los hemos hecho con mucho cariño.

Fuente: La Vanguardia.

Por último, esperamos que este erizo te alegre el día: