Cuando el camarero pone la cuenta encima de la mesa, una oscura tensión se cierne sobre la pareja: ¿y ahora qué? ¿Quién saca la cartera primero? ¿Dividimos los gastos? ¿Invita el que más gana? ¿El que no haya pagado la última?
Y es que hoy queremos tocar uno de los puntos más delicados de una pareja, uno de los que más suele incomodar: la brecha salarial. Y es que esto es algo que, por lo general, se da en una pareja: siempre hay uno que gana más que el otro.
Las personas tenemos diferentes formas de entender el dinero, y esto puede llegar a ser un elemento de discordia en la pareja. Hoy, gracias a los consejos de la coach Mónica García para La Vanguardia, podremos ver mejor cómo debemos afrontar estas potencialmente incómodas situaciones.
Una parte más de la relación
Y es que, según ella, lo principal en una relación es entender el dinero como una parte más de la misma. Es importante que ambas partes aporten, pero no se trata de ver cuál aporta más. Siempre hay una parte de la pareja que es más cariñosa, ordenada o paciente… lo mismo pasa con el dinero: no se trata de que sea igual, sino de que sea lo suficiente para que ambos estéis en paz.
“No tiene por qué ser motivo de malestar cuando ambas partes valoran el ingreso de dinero de igual forma que otros tipos de aportaciones”, explica la experta en relaciones. Una relación en pareja es un trabajo de ‘compensación’ constante en el que nunca ambas partes aportan lo mismo, pero sí se van encajando hasta complementarse.
La importancia de los acuerdos
Las parejas suelen llegar a un acuerdo relacionado con los gastos: quién hace más compras, quién paga más cenas, quién paga las derramas porque tiene más ahorros… todo es un pacto, pero la comunicación tiene que ser fundamental en cualquier caso.
Si decidís que cada uno se paga sus cosas pase lo que pase, de nada sirve que el que gana más plantee un viaje carísimo a sabiendas de que la otra parte no podrá costeárselo. Lo único que se generará es incomodidad, frustración y, probablemente, una discusión con mal final.
Las decisiones que implican dinero deben tomarse de forma conjunta, pero, sobre todo, teniendo siempre en cuenta la situación del otro. Si yo soy desordenado en casa, lo más probable es que mi pareja me lo recrimine, lo mismo puede pasar si pretendo hacer un gasto conjunto que mi pareja no se puede permitir; es una cuestión de convivencia.
Buscar siempre un consenso
Debemos preguntar siempre la opinión del otro, sobre todo cuando es el que ‘menos ingresa’, ya que, potencialmente, es la parte de la relación que peor tenderá a sentirse cuando no pueda hacer algo ‘por dinero’.
Y es que hablando y negociando se entiende la gente. Puede que acordéis hacer un viaje juntos más barato, pero también puede que prefieras irte con tus amigos o amigas, mientras que tu pareja hace lo mismo con los suyos… y es que no hay que hacerlo todo juntos (de hecho, es sano no hacerlo).
Las posibilidades son infinitas, pero para eso hay que hablar, hablar y hablar. El dinero es importante, pero de la misma forma que lo es el tiempo que pasáis juntos o los repartos de las tareas domésticas.
Ni el que tiene más debe aprovecharse para colocarse en una situación de poder, ni el que tiene menos debe sentir rabia o celos por la posición económica del otro. Debemos huir siempre de esta toxicidad por el bien de la relación… y por el nuestro propio.
A vosotros, ¿qué os han parecido estos consejos? ¿Cuál es vuestra experiencia al respecto?
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Fuente: Código Nuevo.
Por último, esperamos que este erizo te alegre el día: