La ‘Ley del Hielo’ y cómo esta puede convertirse en algo tóxico para nuestras relaciones

Los problemas dentro de la pareja son completamente normales. Es más: hasta cierto punto, son sanos. Es imposible no tener discrepancias con la persona que compartimos nuestra vida y lo más recomendable es que esas diferencias salgan a flote y, así, se les pueda buscar una solución. Una relación perfecta no es aquella en la que no se discute, sino aquella en la que no se cruzan según qué límites que nunca deberían cruzarse.

A veces, puede que sin darnos cuenta, caigamos en prácticas que podrían ser tóxicas, pudiendo considerarse hasta maltrato… y es que el maltrato no solo es físico, sino también psicológico y este, en la mayoría de ocasiones, es el menos evidente (y por eso debemos ir con más ojo).

El Diablo está en los detalles

Hoy, en este sentido, hablaremos de la ‘Ley del Hielo’, una práctica que, a pesar de que podría parecer ‘inofensiva’, oculta un comportamiento de lo más tóxico que, hasta cierto punto, podría ser considerado como una especie de maltrato. Si alguien se comporta así, lo mejor es alejarse lo máximo posible. Ahora entenderéis el porqué.

Según Psychology Today, esta ‘ley del hielo’ consiste en “negarse a escuchar a la otra persona, negarse a hablarle o responder a veces y de forma negativa”.

Sentirnos como fantasmas

Esto es algo que, por lo general, se activa cuando se produce una situación de malestar y, una de las dos partes, se cierra en banda y llega a actuar, incluso, como si la otra persona no existiese: “algunas personas incluso se niegan a reconocer la existencia de sus parejas durante horas, días o semanas, haciendo que se sientan como si de alguna manera fueran menos que humanos, como si fuesen un fantasma», explican en su artículo.

Ignorar también puede ser una forma de maltrato y de ‘humillar’ a la otra persona, con el único objetivo de que se sienta mal consigo misma. Lo peligroso de esto es que, al principio, puede que no notemos ningún perjuicio demasiado ‘corrosivo’ para nuestra seguridad interior. Pero, con el tiempo, esta práctica puede generarnos una dependencia de la aprobación de la otra persona, de la que abusa, para poder sentirnos bien con nosotros mismos.

La indiferencia como amenaza

Y es que, en muchos casos, las personas que caen víctimas de este tipo de prácticas prefieren discutirse a gritos a tener que pasar por este tipo de situaciones. Es una especie de tortura silenciosa que sirve como ‘amenaza’: ‘si vas por ahí, ya sabes a lo que te verás sometido durante horas, incluso días’.

«Cuando se enojan con su pareja, algunas personas se vuelven ‘más frías’. Puede que sean «correctas» en sus respuestas, no aparentemente malvadas, pero aun así tratan a su pareja como alguien a quien apenas conocen, o como un vecino o colegas del trabajo. Esto es una locura porque cuando esto se confronta, la persona que actúa con frialdad lo negará todo: «¿Qué quieres decir? ¡Te lo estás imaginando!» o cosas como «estás histérico por nada», explican en el mismo artículo.

Momento de replantearnos las cosas

Lo mejor que podemos hacer es evitar este tipo de comportamientos. Si estamos con una persona así que, después de confrontar el problema, sigue comportándose de la misma forma tóxica, lo mejor es que tomemos una decisión y pongamos en una ‘balanza’ nuestra salud emocional y lo que realmente queremos.

Es bueno también, en este tipo de situaciones, rodearse de amigos y familiares; gente de confianza para que no nos sintamos completamente aislados y, por lo tanto, podamos estar más ‘fuertes’ a la hora de tomar una decisión. No hay nada peor en este tipo de situaciones que el aislamiento.

A vosotros, ¿qué os ha parecido todo esto? ¿Habéis experimentado alguna vez esta ‘ley’? 

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Fuente: Código Nuevo.

Por último, esperamos que este erizo te alegre el día: