En un lado de la mesa tenÃamos a Manuel, un joven de 20 años que se ganaba la vida en el mundo de las redes sociales y que, al parecer, tenÃa una personalidad algo contradictoria. Con uno de los tonos más funestos que hemos visto en este programa explicaba que él era una persona ‘muy expresiva’: «Soy una persona que expresa mucho. Me gusta mucho ayudar. Seas bueno o seas malo, yo siempre voy a estar ahû.
En lo referido a su trabajo, hay que decir que el joven no era menos curioso: «Tengo una cuenta oficial donde subo vÃdeos graciosos y otra donde subo mis sentimientos, por asà decirlo», explicó el joven. Para demostrarnos sus cualidades como escritor, nos deleitó con una de sus ‘frases célebres’: «Dicen que después de todo lo malo viene algo bueno… Pero no sé cuando vendrá algo bueno». Que tiemble Murakami.
En el otro lado de la mesa tenÃamos a Elena, una joven de 18 años estudiante de estética con las cosas muy claras: «Uno nunca sabe donde va a encontrar la felicidad… Hombre o mujer. Ahora mismo te gusta algo y, en diez años, estás en la otra acera. Uno se tiene que enamorar de lo que le llene», explicó la estudiante.
Lo primero que hizo Elena al llegar al restaurante fue leer la frase que le habÃa dejado Manuel… y la reacción no pudo ser más positiva: «me gustan los chicos interesantes, profundos». Ella, por su parte, también buscaba en un hombre que tuviese iniciativa, ya que, según ella, en ocasiones podÃa ser algo ‘paradita’.
La primera impresión de ambos fue bastante positiva. El hecho de que coincidiesen en gusto por las redes sociales fue un punto muy positivo, por lo que la conversación siguió yendo por muy buen camino.
En el tema del racismo también encontraron un punto en común… no porque ambos fuesen con capirotes blancos a quemar cruces en casas de afroamericanos, sino por todo lo contrario: ambos estaban en contra. Ella era nacida en España, pero de padres dominicanos y ecuatorianos y él, por su parte, tenÃa amigos ‘de todos los colores’: «No juzgo a una persona por su color de piel», aseveraba él.
Entonces llegaron a un punto de discordia: la música. Él era un gran apasionado del mundo del trap «me siento identificado con Bad Bunny», confesaba ante la incrédula mirada de ella. «Me esperaba a un chico más profundo, pero me he equivocado», se lamentaba Elena.
¿Qué pasó cuando el restaurante se puso a bailar a ritmo de samba? Pues que ella se cortó más que el cuello de un rey en plena revolución francesa. Él no acababa de entenderlo: «me dijo que le gustaba bailar y, de repente, se levantó asà y se quedo quieta…».
Llegados a este punto y después de que la música pasase a mejor vida, él se dio cuenta de que ella tenÃa ‘mala cara’: «¿por qué estas asÃ?», le preguntó Manuel. A lo que ella le respondió con sinceridad «a mà se me nota en la cara cuando no estoy bien».
A vosotros, ¿qué os ha parecido esta cita? ¿Pensáis que él ha sido tan soso como decÃa ella? Dejádnoslo en los comentarios.Â
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Fuente: Cuatro.