Hace 11 años la vida para muchos de nosotros era más sencilla de lo que creíamos. Salíamos de clase con unas ganas locas de llegar a casa, encender la tele y comer algo, luego, mientras nuestro padre/madre o adulto de turno hacía zapping, le intentabas explicar (sin entrar en detalle) el por qué Física o química era una opción mejor que el noticiero.
En realidad la explicación podía ser mucho más sencilla que la turra que dábamos: El público joven se sentía tremendamente identificado, no con los problemas legales y las idas de guión de los protagonistas, necesariamente, sino más bien con sus dilemas personales, aquellas cosas que les quitaba el sueño, y el cómo reaccionaban a todo el mundo de hormonas que les rodeaba.
Para muchos era como una muerta perfecta de qué no hacer, o la oportunidad de ver a un adolescente en perspectiva y hacer un ejercicio involuntario de autocrítica. Y bueno, que tanto salseo era entretenidísimo, a quién vamos a engañar. Todo el mundo lo seguía y era un tema perfecto para entrar en una conversación en clase, y nadie quería, ya por aquel entonces, que le fastidiasen una serie.
Y es que ríete tú de las cuotas en cine y esas movidas, que esta serie hizo más por la representación de los grupos que se escondían en el resto de ficciones, que muchas producciones de premios reconocidos.
Uno de los personajes que más sorprendió a la audiencia fue el de Román, interpretado por Nasser Saleh, y empezando a normalizar de una vez que en los institutos hayan estudiantes procedentes de más sitios que de las familias más castas y menos mezcladas de «MadriZ».
Su personaje ya dejó un gran número de carpetas de chicas forradas en los institutos, hacían suspirar a más de un chico también, y proponía que un muchacho guapo no tenía por qué lucir el pelo rubio y los ojos claros.
Pero después de Física o Química se le echó más bien poca cuenta, y no porque no apareciese en pantalla; de hecho, le viste en «11-M, para que nadie lo olvide», «No habrá paz para los malvados», «Verbo», «Los amantes pasajeros», «El príncipe», «Los nuestros», «Imperium» y «Tiempos de guerra».
Aun así, de alguna manera pasó desapercibido, y esto tal vez sea la señal de que es realmente un actor camaleónico, que no repite el mismo papel con diferente aspecto, ni parece siempre la misma persona en distintas películas.
Su última aparición, curiosamente ha llamado más la atención luego de que algún lince de los medios consiguiera reconocerle a pesar de haber sido este su cambio más radical (sí, incluso más que el de «Imperium».
Ahora lucía una cabeza limpia de cabello, y una barba frondosa, bastante guiada por la moda actual. Todo para el videoclip del grupo «Blanco Piñata», que estrena «Ekaina».
Os dejamos con el vídeo para que veáis de qué va la cosa.
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Fuente: Cuore