En un lado de la mesa teníamos a Luis, un joven de 24 años que se dedicaba a animar eventos deportivos y que reconocía no ser la persona más afortunada en lo que al amor se refería: «no suelo ligar mucho, pero ahora me apetece algo más estable».

Luis estaba dispuesto a hacer que su cita se partiese la caja con sus bromas y sus chistes (al menos esa era la intención, claro). En el otro lado de la mesa y dispuesta a recibir las embestidas de su humor se encontraba Miriam, una gaditana de 26 años con unos gustos de lo más claros: «me fijo sobre todo en la personalidad, porque para qué te sirve un físico si lo demás no vale nada».

La cosa es que, solo llegar ella, él cogió un hielo de su vaso y lo lanzó contra el suelo, delante de ella. Ante la estupefacción de todos los presentes, Luis afirmó que «es una cosa que hago para romper el hielo». Nadie sabía cómo reaccionar, aunque Miriam se confesaba en privado: «qué vergüenza».

Un poco más tarde, Miriam le preguntaba a Luis cuántos años tenía, a lo que él no dudaba en responder: «289 meses»… así es, la cosa estaba bastante clara: la cena iba a estar plagada de chistes a cada cual peor.

Luis, no contento con el tema del ‘humor’, decidió meterse en el fregao de la religión preguntándole a su cita si era religiosa, ya que le ponía de los nervios que «hubiese personas que se meten a cosas de Semana Santa y luego no están bautizadas o no van a misa».

Miriam, ya en privado, se desahogaba bastante: «tiene cara de cura. Igual va en camino de eso». Él, por su parte, solo tenía piropos para ella: «Tienes unos ojazos» o «es que yo donde pongo el ojo pongo la mirada»… directo al Club de la Comedia, vamos. Miriam estaba completamente desconcertada: «Me he quedado un poco cortada».

«Ligo menos que el chófer del Papa», confesaba Jesús… y es que, visto lo visto, no había que ser un genio para entender el motivo de esto. Miriam, por su parte, no quedó demasiado sorprendida con este comentario.

Luis, por algún motivo, decidió que lo mejor era seguir por la línea de los chistes: «Yo creo que existen tres tipos de hombres: los que saben contar y los que no». Ella, que no sabía por cuál de las puertas de emergencia podía salir corriendo antes, solo puedo decir «los chistes un poquito malos, ¿no?».

Pero es que aún quedaba el postre y Luís todavía tenía muchas balas en la recámara… y las primeras que disparó fueron las de improvisar una letra de rap, la cual incluía frases como «el otro día fui a una joyería y el dependiente no me hizo caso». Ella no tenía nada más que añadir: «Un poco heavy».

El final era bastante predecible: él quería una segunda cita, ya que se había sentido muy a gusto con ella, pero Miriam no quería saber nada de él y prefirió irse a casa sola (y corriendo a todo lo que le diesen las piernas).

A vosotros, ¿qué os ha parecido esta cita? ¿Os habéis reído con alguno de sus chistes? Dejádnoslo en los comentarios. 

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