Cuando nos vamos de viaje, lo más habitual es buscarse un hotel donde dormir. Nos buscamos uno que nos guste y cumpla nuestras expectativas. En esencia, mientras tenga cuatro paredes y una cama, cualquier cosa sirve. Aunque tampoco nos conformemos con cualquier cuchitril. Lo buscamos céntrico, a poder ser. Y si nos lo podemos permitir, pues de 4 estrellas para arriba. Aunque eso no lo puede hacer todo el mundo.
Osea, lo de siempre. No es nada nuevo. Por eso también hay alternativas como buscarse un hostal. Que en esencia es un hotel, pero más modesto. Y más barato, muy importante. A veces incluso es hasta mejor, porque puede ser muy acogedor y hogareño. Una alternativa intermedia son los Airbnb. Que son como un hotel en casa de alguien. Pero será mejor no entrar en el tema, que nos vamos por las ramas.
El caso es que, nuestra historia comienza precisamente en un hotel de toda la vida. De los que tienen servicio de habitaciones. Bueno, como todos.
Uno de los huéspedes del hotel hizo unos retos muy creativos con el servicio de habitaciones. Se trataba de un empresario particularmente creativo que viajaba a Azerbaiyán y, durante su estancia, decidió ir dejando «regalos» a las amas de llaves del hotel. Ellas respondÃan con notas y dibujos de sonrisas. Una monada, realmente. Esto fue el primer «regalo» que dejó el huésped:
Es que imaginaos la cara que debió de poner la persona que se ocupaba de limpiar la habitación. Por suerte, esa persona tenÃa un buen sentido del humor y contestó de la siguiente manera:
Y si nos acercamos un poco más…
Pero la cosa no acabó ahÃ. El huésped siguió dejando sus curiosos e ingeniosos regalos. Al dÃa siguiente dejo ésto:
Una bonita sonrisa. Y el servicio de habitaciones volvió a responder:
Y respondieron con otra sonrisa. Si nos acercamos otro poquito más…
Al tercer dÃa, apareció esta extraña figura. ¿Un animal, tal vez?
Aquà ya sà que estamos subiendo el nivel de creatividad. Pero no se quedó ahÃ. Los próximos dÃas dejó otras esculturas como:
El hombrecillo
Y la florecilla (bueno, por llamarlo de alguna manera)
El servicio de habitaciones quedó encantado. Aquà su respuesta:
Ya para el octavo dÃa, los «regalos» eran cada vez más complejos y diseñados:
Y asà recibÃa su respuesta:
Adelante, ¡Gadget-o zoom!
«Me has alegrado el dÃa. ¡Gracias!»
Esto fue lo que se encontraron al noveno dÃa: el monstruo de las sábanas
Un monstruo bastante adorable. Que luego, por cierto, fue sustituido por el secretario al dÃa siguiente:
Mientras tanto, los dibujos dejados por el personal también fueron mejorando.
«Muy, muy bonito».
Y finalmente, el último dÃa que se hospedaba el empresario, dejó su último regalo. El más dulce, con diferencia. Por eso decÃa al principio que se necesitan más personas asÃ.
La verdad es que son muy originales y se nota que hay mucho sentido del humor entre todos. Hay que decir que falta más gente como este huésped.
¿Qué os ha parecido? ¿Os gustarÃa hacer algo parecido la próxima vez que os quedéis en un hotel? Decidnos algo en los comentarios.
Si os ha gustado este artÃculo, además, podéis echar un vistazo más abajo y disfrutar de otros que, con casi total seguridad, os resultarán igualmente entretenidos (o eso esperamos, claro).Â
Fuentes: Twentytwowords