Hay cosas que a veces cuesta creer o de las que sospechamos tanto que creemos que hay gato encerrado… Y otras cosas que nos cuentan y nos cuesta aceptarlas tanto que siempre buscamos tres pies al gato… Pero bueno, que seguramente sois cuatro gatos los que acabamos haciendo esto. Ya sabéis de qué va el artÃculo, ¿no? Bueno, si ya habéis leÃdo el tÃtulo… Vamos al grano. Hoy os contaremos una historia que seguramente no os dejará nada indiferentes.
Nano es una joven de 20 años de Oslo (Noruega) que asegura haber nacido en la especie equivocada: está completamente convencida de que en realidad es un gato atrapado en el cuerpo de una humana.
Todo empezó a los 16 años de edad. «Me di cuenta de que era un gato a los 16 años cuando los médicos y psicólogos descubrieron mi problema. En mi nacimiento hubo un defecto genético«, dice Nano.
En una entrevista que le hicieron en la estación central de Oslo, le preguntaron qué podÃa ver y escuchar a diferencia de una persona normal. «
Las maletas rodando sobre el suelo, las llaves haciendo ruido en los bolsillos, la gente con hielo debajo de sus zapatos«, aseguraba ella.
Nano afirma que tiene habilidades gatunas. Dice que tiene un olfato superior y la capacidad de ver en la oscuridad. También dice que odia el agua y que se puede comunicar a través de maullidos.
Le gusta dormir en el lavabo y en las ventanas y prefiere gatear sobre sus manos y rodillas cuando está en la casa. Eso sÃ, nunca ha podido capturar a un ratón. «He corrido mucho detrás de animales que pueden verse en la oscuridad«.
Una de las principales ventajas de ser un gato, de acuerdo con Nano, es su elevado sentido de la audición. «Se puede oÃr mucho mejor que la gente común, y se puede ver mucho más«, revela. «Te centras en las cosas que la gente normal no puede«.
Y, ¿qué ocurre cuando se encuentra a un perro en la calle?: «A veces siseo cuando veo a uno. Es porque su comportamiento y mi instinto automáticamente reaccionan».
«Nacà en la especie equivocada. Es obvio que soy un gato cuando empiezo a ronronear y a maullar y a caminar en cuatro patas«.
El caso de Nano podrÃa ser tratado como una disforia de especie, o como una etapa fantasiosa en la vida de la joven, pero ella asegura que se siente un gato desde que tiene 16 años.
«Mi psicólogo dijo que puede ser que la supere, pero no lo creo. Creo que voy a ser un gato toda la vida«, expresó.
¿Qué piensas de Nano? ¿Conoces a alguna persona que tenga una visión de la vida similar? ¡No dudes en explicárnoslo a través de los comentarios de Facebook!
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