Todos hemos hecho gamberradas, algunos habrán cometido actos que rozan (o no) la delincuencia como ir a dar una vuelta con el deportivo descapotable del director del colegio y otros nos habremos sentido como en una pelÃcula de misión imposible por simplemente robar una chucherÃa. Pero, resumiendo y, tal y como decÃamos, todos hemos hecho gamberradas.
Puede que, en vuestros casos, salieseis indemnes al ser maestros del disimulo o puede que, simplemente, os pillasen en casa. Pero hay ocasiones en las que el karma actúa como verdugo y juez inmediato para pillar a aquellos que se han querido pasar de listos.
Precisamente le pasó algo asà a un chico de China mientras estaba dentro de un ascensor. Por alguna extraña razón que, muy posiblemente, incluso él mismo desconoce, decidió que lo mejor para pasar el rato en el ascensor (a falta de música) era mojando, a base de meado, el panel de control con los botones de los pisos.
Lo más curioso es que, de algún modo, desde el momento en que el vÃdeo empieza, uno puede imaginarse que no terminará bien para este mago de la micción.
Primero, el joven miró directamente a la cámara, como si hubiese alguien ahÃ, como si la estuviese desafiando a un duelo por ver quién mea más lejos. Entonces se desabrochó la cremallera, sacó el amigo calvo y empezó a rociar todos los botones.
Sus movimientos eran realmente caóticos y parecÃa que, en vez de pene, tenÃa un lanzallamas entre manos. De hecho, se aseguró de cubrir todas las zonas haciendo un esfuerzo extra para llegar a las partes más altas.
Satisfecho con lo que acababa de hacer, el chico se echó un poco para atrás y esperó a que las puertas se abriesen, pero parecÃa que algo iba mal y estas no querÃan dejar paso al joven. Entonces empezó a pulsar con ansia el botón de emergencia sobre el que habÃa meado hacÃa solo unos segundos, pero la puerta permanecÃa cerrada.
Es ese momento en el que el chico empieza a entrar en pánico, sobre todo cuando las luces de los botones recién meados comienzan a encenderse y apagarse. Y, de hecho, parece que contagia a las del ascensor, ya que estas también redujeron su intensidad hasta fundirse.
La verdad es que no sabemos que ha sido del joven ya que, una vez las luces se apagaron, ya no pudimos saber cómo seguÃa la historia, aunque tiene pinta de que el chico tuvo que pasar la noche allÃ, refrescándose con su propia orina.
Obviamente, tampoco queremos criminalizar al pobre chaval ya que, simplemente, ha cometido una estupidez, algo que, seguramente, la mayorÃa de nosotrxs hemos hecho de forma impune (nos referimos a la estupidez, no al hecho concreto de mear en el ascensor).
De hecho, hace no tanto hubo otra noticia de un chico que intentaba entrar en una tienda para robar a plena luz del dÃa y con la calle llena de gente, asà que, en el momento de salir corriendo, alguien le tiró una maceta en la cabeza (aunque a dÃa de hoy, aún no se sabe si fue queriendo o si fue el karma).
Esperamos que estos dos ejemplos hagan que, si estáis a punto de cometer algún acto vandálico, os lo penséis dos veces ya que, si con ello conseguÃs solucionar algo (cosa bastante rara), puede que os salga a cuenta, pero la mayorÃa de veces lo más probable es que os salga el tiro por la culata.
A continuación, os dejamos el vÃdeo donde aparece este ser que, perfectamente, podrÃa tratarse del eslabón perdido.
¿Qué gamberrada habéis hecho? ¿Os salió mal? Explicádnoslo en los comentarios.
Si os ha gustado este artÃculo, podéis echar un vistazo más abajo y disfrutar de otros que, con casi total seguridad, os resultarán igualmente entretenidos (o eso esperamos al menos).Â