El amor es como un “paluego” porque tiene muchas formas y aparece cuando menos te lo esperas. No sabemos nunca si lo encontraremos y donde, pero tenemos que estar listos para aceptarlo cuando llegue el momento. Aún así, a veces, es fácil que perdamos la oportunidad de conocer a nuestra media naranja ya que, por ejemplo, no esperaríamos encontrar nuestra alma gemela enviando un mensaje de WhatsApp al número equivocado.
Justamente eso es lo que les pasó a Lina Dahlbeck y a Michael Evangelou. El hombre quiso enviarse un mensaje a sí mismo con el texto “Girls trip” para acordarse de que había quedado para ir al cine, pero, por lo visto, no se sabía bien su número y se lo envió a Lina.
Lina respondió el típico: ¿Quién eres tú? ¿Te has equivocado?
“Hola! ¿Girls Trip? ¿Quién habla? Supongo que este mensaje era para otra Lina”.
«Haha disculpa, me estaba enviando este mensaje a mi mismo, lo he comprobado pero parece que tenia también guardado tu numero aunque no sé como. Soy Michael Evangelou ¿Me conoces?»
«¡Que raro! ¿Vives en Reino Unido? Y no, creo que no te conozco Michael.»
Y de esta forma tan poco épica y romántica empezó una conversación por WhatsApp que, en un inicio, solo estaba destinada a aclarar lo sucedido, pero que terminó con una cita para tomar algo esa misma noche.
“Empezamos a hablar. Si no hubiese estado soltera seguramente no hubiésemos pasado del WhatsApp, pero vi su foto de perfil y me pareció atractivo”.
La cita fue un éxito y el día siguiente volvieron a quedar.
“Era un poco extraño porque todo estaba yendo sobre ruedas, pero se hacía raro pensar la forma en la que nos habíamos conocido y lo rápido que iba todo”.
Ese mensaje fue la chispa que desencadenó lo que, según ellos, era su destino.
Todo esto puede parecer una exageración de una historia cursi, pero la cosa iba muy en serio ya que solo dos semanas después Michael le propuso matrimonio.
“Estábamos hablando de nuestros sueños y yo (Lina) le dije que siempre había querido vivir en Dubai y él me propuso ir ahí a vivir juntos”.
Pero esa decisión conllevaba un pequeño problema. Al ser un país musulmán, necesitaban estar casados para poder vivir juntos.
Puede que Michael se tomase ese obstáculo como una invitación o que simplemente se viniera arriba porque el vino le había pintado la cara de rojo, pero lo que sí es seguro es que le pidió matrimonio.
“Le pregunté si lo decía en serio y él dijo que quería pasar la vida conmigo”.
Lina dice que fue muy romántico, yeso que estaban los dos de domingueo en casa, frente a la televisión, seguramente viendo alguna comedia en Netflix y, posiblemente, con unos ganchitos encima del pijama.
Así que tuvieron una ceremonia con unos 30 invitados y, aunque las madres y los padres apoyaban la relación, si se hacía silencio, se podía escuchar el murmullo de otros familiares y amigos.
“Nuestros padres estaban encantados. Y mira que los míos no conocieron a Michael hasta el día antes de la boda”.
Siete meses más tarde su vida ha cambiado por completo a raíz de ese mensaje tan fortuito y planean irse en breves a Dubai donde Lina quiere empezar una escuela de maquillaje y donde, posiblemente, nazcan sus hijos.
El amor es como un “paluego” y esperamos que dure “pasiempre”.
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